La inversión sostenible consiste en analizar las credenciales ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) de las empresas. En los últimos años se ha dado mucha importancia a la A debido a la lucha contra el calentamiento global, así como a la G, al exigir los inversores una gobernanza más sostenible de las empresas y países.
La atención ha sido menor en el caso de la S, especialmente en lo referido a las consecuencias sociales de los salarios bajos, afirma el profesor Whitehead-Vaughan, fundador y copresidente de la Fair Wage Network, una organización sin ánimo de lucro dedicada a compartir, coordinar y promover análisis, metodologías y mejores prácticas en materia salarial. Esta organización, con sede en Ginebra, también presta directamente servicios de consultoría a grandes empresas y sus cadenas de suministro mundiales.
Necesidades básicas de los empleados
“Un salario justo es el que cubre el coste real de las necesidades básicas del empleado, al tiempo que respeta las limitaciones económicas de las empresas”, según el profesor Whitehead-Vaughan, que como autor invitado colabora en el RobecoSAM Yearbook 2019. “Además, en muchos sectores ello conlleva no solo evaluar tus propias prácticas salariales, sino también actuar como líder y fuente de ‘salarios justos’ en tu cadena de suministro”.
Utilizando distintos casos de estudios, Whitehead-Vaughan demuestra que usar un enfoque remunerativo basado en el salario justo redunda en el bienestar de los empleados; también mejora los beneficios empresariales y contribuye a que los distintos socios de la cadena de suministro logren resultados más sostenibles. Los inversores pueden asimismo contribuir en su papel de propietarios activos.
“Los inversores que quieran proteger no solo los recursos naturales de la Tierra, sino también sus recursos humanos, deben exigir más implicación, transparencia y responsabilidad de las empresas internacionales en lo que se refiere a la remuneración y el pago de un salario justo para sus empleados y personas a cargo”.
Estadísticas sorprendentes
El profesor Whitehead-Vaughan presenta unas ‘estadísticas sorprendentes’ en apoyo de su argumentación. Según él, el número de personas en situación de ‘empleo vulnerable’ –definidas como las que carecen de un trabajo formal, tienen unos ingresos insuficientes o trabajan en precario– es un increíble 42% de la población activa mundial. En la actualidad afecta a 1.400 millones de personas, una cifra que crece a un ritmo de 11 millones al año.
La mitad de ellas son ‘trabajadores pobres’, definidos como aquellos que ganan menos de 3,10 USD al día en términos de paridad del poder adquisitivo, de países emergentes y desarrollados principalmente. El salario mínimo legal ha mejorado la situación en algunos países, pero, en su opinión, sigue habiendo una brecha respecto al coste de la vida auténtico.
“El principal problema es que [los salarios mínimos] no se fijan siempre en el umbral del salario necesario para vivir, sino que constituyen una cifra resultado del compromiso político entre gobiernos, sindicatos y organizaciones patronales, basado en las ‘consideraciones económicas y sociales predominantes’”.
Corregir el desequilibrio
“El resultado es que a menudo el salario mínimo es mucho más bajo que el salario necesario para vivir. La diferencia entre lo que los trabajadores ganan como salario mínimo y lo que realmente necesitan para cubrir las necesidades básicas de ellos mismos y su familias es considerable. Como era de esperar, esa diferencia es mayor en las regiones con un marco laboral más débil, entre las que destacan África, Oriente Medio y Rusia.”
Para corregir ese desequilibrio, la Fair Wage Network ha creado un método para calcular qué cuantía debería tener. “Pueden adoptarse umbrales claros y referencias estándar para, por ejemplo, comparar los salarios de las empresas a lo largo de la cadena de suministro”, concluye Whitehead-Vaughan. “La importancia de los estándares comunes, los métodos unificados y las herramientas de análisis ha sido también reconocida por otros grupos que abogan por el progreso y la igualdad en los salarios mundiales”.
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