Los bonos verdes, que se consideran inversiones de impacto líquidas, son bonos convencionales cuyo capital se destina a proyectos claramente delimitados –con elevados niveles de transparencia en los informes de evolución y resultados– y que generan un impacto ambiental real y sostenible.
Con un historial de aproximadamente trece años, el mercado de bonos verdes representa actualmente unos 700.000 millones de euros en activos, y alcanzó en 2019 un nuevo récord de emisiones de 255.000 millones de USD. El mercado primario de bonos verdes muy activo –que ha experimentado un fuerte crecimiento sobre todo en los últimos años– registra actualmente emisiones realizadas por entidades muy diversas, pertenecientes a los sectores empresarial, público, semipúblico y multilateral. Su mercado secundario ha tenido asimismo una buena evolución, y los bonos verdes presentan precios bastante próximos a los de sus homólogos convencionales.
El incremento del volumen de emisiones en los últimos años ha posibilitado la construcción de importantes carteras en este mercado. La crisis del mercado financiero que comenzó en marzo también ha afectado a este mercado, pero los emisores están empezando ya a regresar al mercado primario. A raíz de que avance la recuperación de los mercados, la gran cantidad de nuevas iniciativas de protección del medio ambiente que se integran en la agenda política y la creciente concienciación medioambiental en el seno de la sociedad, esperamos que el mercado de bonos verdes siga creciendo de forma sólida en los próximos años.
El desarrollo del mercado de bonos verdes
Los orígenes de los bonos verdes se remontan a 2007, cuando el BEI lanzó su primer bono de concienciación climática (Climate Awareness Bond). El Banco Mundial realizó su primera emisión de bonos verdes en 2008. Seguidamente fue registrándose un pequeño pero creciente flujo de emisiones a cargo de entidades relacionadas con el sector público y autoridades locales.
El mercado comenzó realmente a despegar con la publicación del lanzamiento de los Principios de los Bonos Verdes en 2014. El establecimiento de estos principios sirvió para proporcionar mayor transparencia a los inversores y clarificar los requisitos para los emisores. Esto supuso un fuerte impulso tanto en el volumen como en la diversidad de emisores.
El mercado de bonos verdes experimentó un rápido crecimiento entre 2015 y 2017, orientándose sobre todo hacia segmentos concretos. Instituciones como el BEI, el BIRF y el KfW, que por entonces se habían convertido en figuras relativamente consolidadas en el sector de bonos verdes, ampliaron sus emisiones, pero una parte sustancial de este crecimiento –sobre todo en 2016 y principios de 2017– vino de entidades chinas, como Shanghai Pudong Development Bank o ICBC. Los emisores estadounidenses pasaron a asumir el liderazgo en 2017, con importantes emisiones de bonos verdes por parte de corporaciones municipales americanas destinadas a financiar proyectos locales de transporte y suministro de agua, y por parte de Fannie Mae, para la promoción de viviendas sostenibles.
Un mercado diversificado
Este período también marcó el inicio de otras dos tendencias clave en este mercado: el notable incremento de las emisiones verdes corporativas y el lanzamiento de los primeros bonos verdes soberanos. Dada la naturaleza de sus actividades, lógicamente las empresas de servicios de suministro público, bancos, empresas de automoción e inmobiliarias dominaron las emisiones corporativas.
La emisión de bonos verdes soberanos dió comienzo en diciembre de 2016, pero realmente despegó a principios de 2017, cuando Francia emitió al mercado su bono verde de 14.800 millones de EUR, pasando inmediatamente a ser el mayor emisor de este tipo de bonos aquel año. Esto allanó el camino para la realización de considerables emisiones de bonos soberanos verdes entre 2018 y 2019 por parte de países como Bélgica, los Países Bajos o Irlanda, así como de varios estados emergentes, como Indonesia y Nigeria. A principios de 2020, Chile era el mayor emisor. La introducción de emisiones soberanas de notable envergadura abrió nuevas oportunidades para la diversificación de carteras en el mercado de bonos verdes.
Bonos verdes
Invertir en bonos verdes para crear un impacto ambiental positivo a largo plazo
Récord de emisiones en 2019, y 32.000 millones de EUR más emitidos en el 1T 2020
Las emisiones de bonos verdes marcaron un nuevo récord en 2019. Según datos de Climate Bonds Initiative, se emitieron un total de 255.000 millones de USD en bonos verdes, un 49% más que en 2018. La UE fue el mayor mercado de emisiones de bonos verdes, con 107.000 millones de USD. Los ingresos obtenidos de las emisiones de 2019 se destinaron principalmente a energías renovables (32%), edificios ecológicos (29%) y transportes (20%).
Con el notable aumento de la conciencia medioambiental y el surgimiento de nuevas iniciativas para combatir el cambio climático, no resulta sorprendente que un vehículo tan importante para la financiación de estas iniciativas haya experimentado también un rápido crecimiento.
Más por venir
Aunque los comienzos de 2020 han resultado más complicados debido al Covid-19, éste podría ser otro año récord para las emisiones de bonos verdes. Se espera que, entre otros, los gobiernos de Alemania, Italia, España y Suecia realicen sus primeras emisiones de este tipo de bonos.
El acuerdo político sobre la Taxonomía de la UE alcanzado en diciembre de 2019, en el que definen las actividades que pueden considerarse respetuosas con el medio ambiente, también ayudará a dar continuidad al desarrollo del mercado de bonos verdes, ya que contribuirá al desarrollo de un patrón de referencia mínimo para el mercado. También ayudará a establecer las normas para la financiación de actividades de descarbonización en industrias en las que existen alternativas con menos emisiones de carbono, pero no con bajas emisiones.
En los últimos años, el mercado de bonos verdes ha pasado de ser un pequeño nicho a constituirse como un mercado líquido y diversificado. Aunque muchos inversores centrados en "comprar y mantener" están participando activamente en el mercado de bonos verdes, el mercado secundario también está funcionando bien, y los bonos verdes presentan precios bastante próximos a los de sus homólogos convencionales. El aumento del volumen de emisiones ha posibilitado la construcción de importantes carteras en este mercado. Ante la gran cantidad de nuevas iniciativas de protección del medio ambiente que se integran en la agenda política y la creciente concienciación medioambiental en el seno de la sociedad, cabe esperar que el mercado de bonos verdes siga creciendo de forma sólida en los próximos años.
La estrategia de Robeco para la inversión en bonos verdes
Las inversiones de Robeco en bonos verdes han seguido la misma evolución que el propio mercado. Las primeras inversiones de este tipo se realizaron en 2013, e inicialmente fueron pequeñas. Las asignaciones a bonos verdes aumentaron significativamente entre 2014 y 2019, a medida que el volumen de emisiones iba creciendo y el perfil de los emisores iba diversificándose. Hoy en día, las inversiones en bonos verdes, sociales y sostenibles forman parte integral de la mayoría de los fondos de renta fija de Robeco.
A finales de marzo de 2020, las inversiones a nive total de Robeco en bonos verdes ascendían aproximadamente a 1.700 millones de EUR.
Robeco cuenta con un marco de cinco fases para determinar si un bono corporativo o soberano puede considerarse “verde”. Cada bono verde tiene que superar las cinco fases para considerarse “elegible” como inversión de este tipo. La decisión de incluir o no un bono verde elegible en la cartera corresponde en última instancia al gestor, y dicha decisión es fruto del proceso de inversión convencional de la cartera.
Conclusión
Las oportunidades que presentan los bonos verdes siguen resultando atractivas, a pesar de la reciente desestabilización de los mercados financieros globales. La emisión de bonos verdes ha adquirido un saludable impulso en los últimos años, y el mercado proporciona a los inversores una herramienta eficaz para cumplir distintos objetivos, tales como el impacto, la diversificación y los rendimientos financieros.
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