Muchos miembros del sector – tanto propietarios como gestores de activos –se han comprometido a objetivos de cero emisiones netas para luchar contra el cambio climático y contribuir a la transición a una economía baja en carbono.1 Dicha transición también plantea la cuestión de cómo evaluar la exposición de las empresas al denominado riesgo de transición o climático. Por ejemplo, ¿hasta qué punto podemos confiar en los datos sobre emisiones de carbono tradicionales? ¿Necesitamos parámetros nuevos para formarnos una imagen más clara? Abordamos estas cuestiones y cribamos el bosque de datos climáticos con nuestros propios expertos Lucian, Thijs y Joop.
Thijs, cuáles son los pros y los contras de los datos tradicionales sobre emisiones de carbono de alcance 1 y 2?
Thijs Markwat: “En general, la calidad de los datos sobre emisiones de carbono de Alcance 1 y 2 es bastante buena. Ello se deriva de las claras directivas expuestas en el Protocolo sobre Gases de Efecto Invernadero (GHG) sobre cómo calcular e informar de estas emisiones. El uso generalizado de estos datos también garantiza que su calidad mejora con el tiempo. En la actualidad hay varios proveedores de datos que elaboran y suministran datos sobre emisiones de carbono. En nuestra opinión, dicha competencia es beneficiosa para la accesibilidad y calidad de los datos”.
“Pero los datos sobre emisiones de carbono también tienen algunas cualidades menos interesantes. Por ejemplo, son datos retrospectivos, con desfases de unos dos años. En consecuencia, no reflejan las últimas medidas tomadas por las empresas para reducir emisiones. Otra desventaja es que no todas las empresas informan de sus emisiones de carbono. En general se aprecia que las empresas más pequeñas y las de mercados emergentes tienen una tasa de presentación de información menor. Para abordar esta cuestión, los proveedores de datos utilizan sus propios modelos para calcular estimaciones sobre las empresas que no declaran sus datos. Hemos visto que estas estimaciones pueden variar bastante entre los proveedores. Ello plantea la cuestión de su fiabilidad”.
¿Y qué hay de los datos de Alcance 3?
T.M.: “En mi opinión, los datos de Alcance 3 suponen en la actualidad uno de los mayores retos para la contabilización del carbono. Aparte de los problemas que afectan a los de Alcance 1 y 2, existen motivos de preocupación específicos vinculados al Alcance 3. Aunque el Protocolo GHG también expone cómo calcular las emisiones de Alcance 3, suponen una tarea mucho más complicada que las de Alcance 1 y 2. Una de las dificultades es que el Alcance 3 tiene 15 subcategorías distintas, que exigen estimaciones de las empresas declarantes. Además, la calidad de los datos declarados es a menudo mediocre o incluso mala. En consecuencia, las estimaciones, que se suelen basar en los datos declarados, son de calidad inferior. Por ejemplo, los datos de Alcance 3 pueden contener valores atípicos muy elevados que hacen que una empresa concreta domine la huella de carbono de una cartera“.
“Aparte de la calidad de los datos, también existe el problema crucial de la doble contabilización. Como el Alcance 3 incluye todas las emisiones de la cadena de suministro de las empresas, unas cadenas más largas suelen traducirse en mayores emisiones. Es decir, las emisiones de Alcance 3 son menos transparentes y, en consecuencia, menos comparables entre empresas. Hoy en día no existen buenas metodologías disponibles para resolver el problema de la doble contabilización”.
Joop, ¿qué te condujo a tu proyecto de investigación sobre la beta climática?
Joop Huij: “Aunque el riesgo climático se ha convertido en un tema clave para la mayoría de los inversores, afrontarlo entraña dificultades intrínsecas y algunas de ellas están relacionadas con los datos. Los datos sobre emisiones de carbono son un indicador válido, pero no están pensados para calibrar el riesgo de transición. Las medidas de valor en riesgo (VaR) climático, diseñadas por varios proveedores de datos, se basan en modelos complejos y opacos que producen resultados distintos en los diferentes proveedores en base a sus hipótesis. Ese fue el contexto en que iniciamos un proyecto para proponer una solución a estos problemas. En concreto, definimos un parámetro de la exposición al riesgo de transición calculado en base a la correlación del rendimiento de un activo con un factor de riesgo climático, es decir, la beta climática”.
“La beta climática no se basa en un modelo con múltiples hipótesis. Se fundamenta en que el mercado es relativamente eficiente al otorgar un precio al riesgo de transición a corto y medio plazo. La beta de carbono incorpora información de mercado actual (sin un desfase de dos años) y expectativas de mercado, lo que la convierte en una métrica más actual y prospectiva. Tiene una amplia cobertura, ya que los datos de mercado están disponibles para la práctica totalidad de empresas, y tiene una elevada transparencia, al no depender de su revelación voluntaria. Y quizá su característica más interesante es que no solo identifica empresas que son vulnerables (rezagadas climáticas) a la transición hacia una economía baja en carbono, sino que también señala aquellas que se prevé se beneficiarán de ella (líderes climáticos). Esto es algo que los datos genéricos de emisiones no permiten hacer”.
En forma resumida, ¿qué conclusiones entraña su informe sobre la beta climática?
J.H.: “En nuestro informe,2 exponemos con detalle el concepto de beta climática3 – que inicialmente se llamó ‘beta de carbono’. Los parámetros de riesgo de transición climática pueden ser difíciles de aplicar retrospectivamente, dada la falta de datos históricos y de métodos establecidos para definir cuándo el riesgo climático es alto. En nuestro estudio tratamos de resolver este problema creando una serie de pruebas para reflejar períodos de incertidumbre en la política climática y de oportunidades por el cambio climático. A continuación, explicamos cómo un activo con una beta climática negativa suele generar rendimientos elevados cuando la incertidumbre de política climática aumenta, y viceversa”.
“En nuestro análisis detectamos una elevada vinculación de la beta climática y las huellas e intensidades de emisión con las puntuaciones por innovación verde. También concluimos que las acciones con betas climáticas más elevadas tienen menores rendimientos en los períodos de elevado riesgo climático y viceversa. Por último, hemos analizado la innovación verde y determinado que en cada sector las empresas con menores betas climáticas suelen ser las más activas en patentar tecnologías verdes. Sin embargo, esa relación no existe si se analizan las emisiones o intensidad de emisiones de una empresa. Por tanto, creemos que la beta climática supone un indicador de riesgo climático adicional que va más allá de los datos de carbono tradicionales.”
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Suscribirse Read more about Robeco IndicesLucian, ¿cuáles son los principales beneficios de añadir la beta de carbono a vuestras herramientas de análisis climático?
Lucian Peppelenbos: “Ningún parámetro individual puede plasmar por completo el riesgo climático. Por tanto, continuamente evaluamos nuestras herramientas de análisis climático y tratamos de encontrar formas de mejorarlas o ampliarlas. En Robeco formamos nuestra propia opinión sobre las trayectorias de descarbonización básicas de las empresas en los sectores con mayores emisiones, que completamos con información de proveedores de datos externos para tener una mayor cobertura del universo de inversión. El cambio climático no tiene precedentes, por lo que no podemos basarnos en datos históricos. Los parámetros clave cambian conforme los escenarios climáticos evolucionan. Por ese motivo pensamos que la mejora continuada de nuestras herramientas es esencial para que los clientes alcancen sus objetivos climáticos concretos”.
“Por tanto, cuando Joop y yo hablamos sobre la beta climática por primera vez hace unos dos años, el concepto me llamó la atención inmediatamente. El motivo es que parte de una base completamente distinta a los datos sobre emisiones de carbono y las métricas de VaR climático. Por tanto, supone un complemento para nuestras herramientas. Haciendo hincapié en lo que ha comentado Joop, lo que caracteriza a la beta climática es que tiene cualidades prospectivas y una amplia cobertura basada en datos de mercado en lugar de datos declarados y, quizá lo más importante, que sirve para distinguir entre líderes y rezagados climáticos”.
¿Podrías definir los líderes y rezagados climáticos y explicar las dificultades para encontrar datos que los identifiquen?
L.P.: “Los líderes climáticos son empresas que se prevé que se beneficiarán de la transición a una economía baja en carbono. Ello puede deberse a la innovación verde o a medidas adoptadas para reducir significativamente la huella de carbono. Por otra parte, los rezagados climáticos son empresas que se prevé que serán vulnerables a la transición a una economía baja en carbono. Eso puede ser así por la lentitud en su proceso de descarbonización, o a modelos de negocios que están económicamente vinculados a una economía con emisiones de carbono elevadas. Todo ello tiene un carácter prospectivo, algo que los datos genéricos de emisiones de carbono no están pensados para medir”.
“La innovación verde constituye un punto de referencia válido para identificar a los posibles líderes climáticos. El estudio sobre la beta climática expone que la innovación verde la impulsan, principalmente, los sectores de energía, materiales y suministros públicos. En dichos sectores, las empresas más innovadoras tienen betas climáticas inferiores, aunque no tienen por qué tener las intensidades o emisiones de carbono más bajas. Un buen ejemplo es una multinacional estadounidense del sector de generación eléctrica. Pese a estar en el 5% superior de emisores de gases de efecto invernadero en nuestra muestra, también es una de las tres primeras en obtención de patentes verdes. Por tanto, su beta climática es de las más bajas del sector industrial. Por otro lado, algunas empresas que parecen ‘verdes’ en base a sus bajas emisiones declaradas tienen en realidad una beta climática elevada. Por ejemplo, algunas pequeñas empresas que prestan servicios al sector del petróleo y gas tienen reducidas emisiones de carbono, pero están financieramente expuestas a la transición a una economía baja en carbono”.
Thijs, ¿cuál es el mayor valor añadido de la beta climática respecto al conocimiento del riesgo climático?
T.M.: “Eso es fácil de contestar. Uno de los mayores problemas que afecta a las métricas de la huella de carbono es que los fondos que invierten en empresas que ofrecen soluciones climáticas a menudo tienen malas puntuaciones en las emisiones de Alcance 1, 2 y 3, en especial las de Alcance 3. Hace poco Joop me mostró que son los mismos fondos los que tienen buenas puntuaciones en beta climática. En mi opinión, eso demuestra que la beta climática refleja mejor la sensibilización ante el cambio climático de estos fondos. O sea, es más adecuada para distinguir entre líderes y rezagados climáticos”.
Habida cuenta de que se trata de un tema candente, ¿tienes conocimiento de otros parámetros del riesgo de transición? ¿Qué papel puede desempeñar la beta climática?
T.M.: “Sí, existen muchos parámetros alternativos del riesgo de transición y su número crece continuamente. Pero, en mi opinión, el principal defecto de la mayoría de esas métricas es la falta de transparencia. Casi todas ellas utilizan modelos complejos para calcular el riesgo de transición. Por otra parte, la beta climática es un parámetro intuitivo y su cálculo es sencillo. Simplemente mide la sensibilidad de un activo al riesgo de transición en base a datos de rendimiento de mercado”.
“Lo que también me gusta de la beta climática es que no se basa directamente en las emisiones de carbono, como el VaR climático o las métricas de aumento de la temperatura implícitas. Cuando se basan directamente en las emisiones, vemos que las empresas con mayores emisiones de carbono tienen bajas puntuaciones en tales métricas de riesgo. Sin embargo, algunas empresas con emisiones elevadas pueden estar bien posicionadas para la transición, si contribuyen positivamente al tránsito hacia una economía más verde. Por su parte, la beta climática no depende directamente de las emisiones, por lo que es más apropiada para identificar a esas empresas”.
Joop, ¿cómo incorporarás el parámetro de la beta climática a las soluciones de índice sostenible de Robeco?
J.H.:“Impondremos una restricción de índice en nuestros SDG Low-Carbon Indices – lanzados en diciembre de 2021 – lo que se traducirá en betas climáticas (riesgo de transición) muy inferiores para nuestros índices sostenibles frente a sus respectivos índices de mercado de capitalización bursátil. El efecto de esta restricción es especialmente evidente en las ponderaciones de los componentes del índice con betas climáticas muy reducidas (más ponderación) o muy elevadas (menos ponderación): creemos que de esa forma nuestros índices sostenibles están menos expuestos al riesgo de transición, lo que debería ser útil cuando los inversores estén especialmente preocupados por la incertidumbre de la política climática. También podemos crear índices personalizados para clientes que hagan más hincapié en el riesgo climático (beta climática y reducción de la huella de carbono), para posicionar mejor sus carteras de cara a la transición”.
Lucian, ¿tenéis previsto una implantación más amplia de la beta climática en Robeco? ¿Puedes darnos algunos ejemplos?
L.P.: “Estamos explorando esa posibilidad en la actualidad. Por ejemplo, la beta climática puede potenciar el marco ODS propio de Robeco facilitando información adicional que puede emplearse para determinar las puntuaciones ODS de las empresas, especialmente para los ODS relacionados con el clima. Puede utilizarse como filtro, o para generar ideas para el análisis por fundamentales. También investigamos si se puede utilizar la beta climática como dato de riesgo climático en nuestro proceso de inversión, junto con otros parámetros del clima”.
Joop, ¿de qué otra forma pueden los clientes aplicar la beta climática o beneficiarse de ella?
J.H.: “Valoraremos este parámetros en base a un índice de factores de riesgo climático específicamente diseñado. El índice replica el diferencial de rendimiento entre una cesta de acciones “contaminantes” y otra de acciones “limpias”. Además de utilizar la beta climática para reducir el riesgo climático de nuestros índices sostenibles en términos de índice, los inversores también podrán diseñar carteras o swaps en base al factor de riesgo climático, que puede emplearse como herramienta para reducir el riesgo de transición del conjunto de sus carteras. De cara al futuro, prevemos que la incertidumbre sobre la política climática a aumentar, y consideramos que la beta del clima podrá utilizarse como herramienta para cubrir temporalmente a las carteras durante tales períodos. También pensamos que este parámetros puede ser interesantes para inversores con modelos de negocio expuestos al riesgo de transición que deseen evaluar y mitigar dicha exposición”.
Tabla 1 | Desglose de métricas sobre el clima
Source: Robeco
Notas al pie
1 Robeco, marzo de 2022, “Encuesta global sobre el clima 2022”, publicación de Robeco.
2 Huij, J., Laurs, D., Stork, P. A., and Zwinkels, R. C. J., noviembre 2021, “Carbon beta: a market-based measure of climate risk“, documento de trabajo SSRN.
3 La metodología de cálculo del factor de riesgo climático y de la beta climática se explican con detalle en el estudio referido.