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09-08-2022 · Visión

Terminó el primer tiempo para los ODS y hay que aumentar el marcador (con más objetivos)

Han pasado siete años y medio desde que, con gran boato, se pusieron en marcha los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, en 2015. Se fijó como plazo alcanzar los 17 objetivos a finales de 2030. Ahora que termina el primer tiempo del partido para los ODS, Jan Anton van Zanten, Estratega de ODS de Robeco, hace balance de lo lejos que hemos llegado y de lo que todavía queda por hacer.

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  • Jan Anton van Zanten - SDG Strategist

    Jan Anton van Zanten

    SDG Strategist

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Los ODS son blanco de críticas

Los ODS han sido criticados desde el principio, por muy diversos motivos. Cuando se encontraban en proceso de creación, algunos pensaban que había demasiados ODS, y otros que había muy pocos. Algunos criticaban el espíritu aspiracional de estos objetivos, por carecer de mecanismos reales de aplicación. Un estudio recientemente elaborado por Nature, por ejemplo, sostiene que los gobiernos “hablan demasiado” sobre los ODS pero no “pasan a la acción”, ya que no hay muestras de que tengan intención de cambiar sus marcos jurídicos o la asignación de recursos para propiciar su consecución.1

Y luego están quienes critican los ODS calificándolos de incoherentes, o afirmando que se solapan e, incluso, se contradicen entre sí. Algunos ODS sí que ejercen un impacto negativo sobre otros, lo que dificulta poder alcanzar todos ellos sin coste. Por ejemplo, el ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico) no se puede lograr de manera realista sin entrar en conflicto con el ODS 13 (acción por el clima), el ODS 14 (vida submarina) y el ODS 15 (vida de ecosistemas terrestres).

El avance es demasiado lento

Otra cuestión importante es que, hasta ahora, los progresos en la consecución de los ODS han sido demasiado lentos. Ningún país se encuentra en la trayectoria adecuada para alcanzarlos en 2030, en parte debido al Covid-19, que provocó un estancamiento de estos progresos, o incluso un retroceso en algunos de los objetivos. El ODS 3 (salud y bienestar) es uno de los objetivos que perdieron terreno cuando el mundo se enfrentó a una pandemia mundial, con sus evidentes efectos perjudiciales.

Más allá de la pandemia, lo que hoy en día resulta particularmente preocupante son las tendencias negativas que presentan los ODS centrados en el medio ambiente. Si no abordamos el cambio climático y detenemos la pérdida de biodiversidad que se consagran en tres de los objetivos, es poco probable que alcancemos ningún otro ODS, dado que todos los sistemas sociales dependen del medio natural.

Entonces, si no vamos a alcanzar los ODS, sencillamente ¿no habría que desecharlos? De hecho, hay algunos referentes del ámbito de la sostenibilidad que así lo creen. Hans Stegeman, Director de estrategia de inversión de Triodos Bank, entidad especializada en sostenibilidad, afirmó en un artículo publicado en el periódico neerlandés FD que deberíamos dejar de perseguir estos objetivos.2 Y, en una carta a la ONU, un grupo de 100 científicos apuntó que: “La gente sufrirá más si los profesionales se engañan a sí mismos sobre el desarrollo sostenible.3

Los ODS siguen teniendo gran relevancia

Estas críticas ponen de relieve problemas reales con los ODS, pero no invalidan su premisa subyacente. El establecimiento de objetivos a escala mundial sigue siendo una forma profunda de dar forma a la sostenibilidad.4 El mundo tiene, por primera vez en la historia, un plan común para hacer del mundo un lugar mejor, basado en objetivos tangibles.

Entonces, ¿qué sucede con estas críticas? El hecho de que los avances hacia la consecución de los ODS sea demasiado lento no es motivo suficiente para abandonar estos objetivos y, como los científicos han argumentado ya en Nature: “Las grandes hazañas rara vez son producto del recorte de ambiciones.”5

En un mundo en el que miles de millones de personas no pueden satisfacer sus necesidades básicas y cuyo medio natural se degrada rápidamente a causa del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, lograr un mundo mejor no es ninguna quimera.

Sin embargo, necesariamente implica atender a numerosos problemas al mismo tiempo, encontrar un equilibrio óptimo entre ellos y apostar decididamente por su resolución. Gobiernos, empresas e inversores deben adoptar el compromiso serio de trabajar realmente en pos de su consecución, en lugar de limitarse a hablar de ellos. En mi investigación, he identificado tres prioridades para avanzar: mejorar la gobernanza para los ODS a nivel macro; solventar las interacciones entre los distintos objetivos; e involucrar más al sector privado.6

¿Qué puntuación de sostenibilidad tienen las empresas y los países?

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Más información

Invertir en los ODS e interactuar en torno a ellos

En último término, los ODS también precisan del apoyo de los inversores. En general, los inversores cuentan con dos palancas que pueden utilizar: la asignación de capital y la titularidad activa.

En primer lugar, los inversores pueden apoyar los ODS asignando financiación a las empresas que contribuyen positivamente a los mismos, y alejándose de aquellas que perjudican a su progreso. Para ello, es preciso saber cuál es el impacto de cada una de las empresas de nuestro universo de inversión sobre estos objetivos y, por este motivo, Robeco creó su propio Marco ODS en 2017. Con este Marco ODS, podemos puntuar las contribuciones positivas y negativas de las empresas a los objetivos globales, y así valorar su idoneidad de cara a la inversión.

En segundo lugar, como propietarios activos, los inversores pueden interactuar con las empresas en las que invierten y utilizar su poder de voto para apoyar (o rechazar) las conductas de las empresas con respecto a los ODS. Este enfoque combina la gestión activa y la titularidad activa, que puede ser una fuerza poderosa, sobre todo en el caso de las empresas cuyas actividades están obstaculizando la consecución de algunos de los objetivos.

Sigamos adelante

En general, creo que si bien muchas de estas críticas sobre los ODS y la inversión en ellos tienen fundamento, la conclusión no puede ser abandonar los objetivos. En lugar de ello, deberíamos replantearnos si las medidas que adoptamos están teniendo una repercusión positiva y cómo podemos mejorarla.

El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la pobreza, la desigualdad y la necesidad de atención sanitaria son problemas reales. Los ODS son una iniciativa global destinada a recabar el apoyo de todos los sectores de la sociedad –gobiernos, empresas y ciudadanía– para afrontar estos retos. La eliminación de los ODS no va a resolver estos problemas reales; mantenerlos puede servir de impulso para atajar estos desafíos.

Empecemos a ver los ODS como algo más que una lista de deseos. Apreciemos su complejidad, construyamos mejores políticas para llevarlos a la práctica… ¡y sigamos adelante!

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