Siempre hemos pensado que al inversor sostenible le hacen falta numerosos parámetros para discernir en qué medida sus inversiones se realizan en activos (in)sostenibles, sobre todo porque el acceso a datos de calidad sigue siendo en sí mismo un dilema.
Un buen ejemplo de ello son las puntuaciones ODS, que miden si las empresas contribuyen al desarrollo sostenible (o lo lastran) como resultado de la explotación de su negocio. Por tanto, hemos empezado a compartir los datos que tenemos sobre estas puntuaciones, y en el futuro nos proponemos publicar otras formas de propiedad intelectual sobre inversión sostenible, para abrirla a un público más amplio.
Desde que dimos el primer paso en el camino hacia el acceso abierto han sido muchas las personas que se han puesto en contacto conmigo, no solo otros inversores, sino también periodistas, académicos, estudiantes y amigos. Muchos aplauden la transparencia de Robeco, pero también me formulan constantemente preguntas como: «¿Por qué habéis decidido revelar vuestra PI de inversión sostenible? ¿No os arrepentiréis después? ¿No estáis regalando algo exclusivo que sería mejor que reservaseis para vosotros?» Me gustaría reflexionar sobre nuestra elección, y también compartir algunos de los dilemas que tuvimos que afrontar antes de tomar nuestra decisión.
Imperativo moral
En primer lugar, permítanme que empiece con el motivo por el que pienso que abrir el acceso es un imperativo moral, y que supone hacer lo correcto desde la perspectiva de la sostenibilidad. En la actualidad vivimos en un mundo con crisis simultáneas e interconectadas. Dos de ellas son el calentamiento global y la pérdida acelerada de biodiversidad, que repercuten en problemas sociales como el hambre, la desigualdad y la propagación de enfermedades.
Muchos interlocutores sociales tienen un papel que desempeñar en la lucha contra estas crisis, incluidos los gobiernos, empresas y consumidores. El sector financiero tiene el papel clave de invertir en aquellas empresas que contribuyan a un mundo más sostenible. Dicho de otra forma, debemos facilitar la inversión en empresas que tengan un impacto positivo en el desarrollo sostenible.
No existe un marco global
En la actualidad no existe un marco global que muestre cuáles son las empresas más adecuadas para dicho fin. Hacer públicas nuestras puntuaciones ODS ayudará a los demás a reconocer y comunicar qué empresas tienen un impacto positivo, o negativo, sobre el desarrollo sostenible. También facilitará que se financien empresas con un impacto positivo, además de evitar la inversión en aquellas que perjudiquen los resultados sociales y medioambientales.
Existen otros argumentos macroeconómicos que también favorecen el acceso abierto. Tienen que ver con aumentar la eficiencia, aprovechar conocimientos previos e imprimir tus ideas en el conjunto del mercado. Dar acceso a la PI también evita la duplicación de esfuerzos. Desde una perspectiva macro, es una pérdida de tiempo que en distintas empresas haya profesionales brillantes que de forma simultánea pero descoordinada desarrollan un sistema para puntuar el impacto ODS de las empresas.
Evitar confundir al mercado
Otro motivo tiene que ver con evitar la confusión del mercado. Si muchos inversores aplican estándares diferentes a la hora de evaluar el impacto de las empresas en los ODS, es de esperar que se obtengan resultados muy diversos. Trabajar en pos de un estándar abierto o de solo unos pocos atenúa el riesgo de conflicto. Por tanto, desde una perspectiva macro los argumentos a favor están claros.
Pero, ¿cuál es la perspectiva de un gestor de activos? Los argumentos a favor del libre acceso también abundan desde ese punto de vista. Entre otros, el trabajo que se hace público de esa forma suele propiciar resultados de mayor calidad que el trabajo que se mantiene privado. Aprovechar los conocimientos de todos propicia una mejora continuada. También conviene recordar que se trata de un marco desarrollado por personas, por lo que es improbable que sea perfecto. Por tanto, lo normal es que nuestro marco ODS se beneficie de las aportaciones de los expertos en general.
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¿Nos copiarán?
Me han preguntado si no teníamos miedo de que simplemente copiaran nuestro trabajo. A mí, no me preocupa eso. Durante los últimos cinco años hemos desarrollado nuestro marco ODS con profesionales y expertos especializados, y seguimos mejorándolo con el paso del tiempo.
Este es un marco dinámico que incorpora nuevas ideas científicas, integra nuevos datos cuando están disponibles y cambia con el tiempo conforme avanzamos hacia una sociedad más sostenible. Habrá quienes copien las puntuaciones, pero sin sus propios expertos no podrán progresar y la ejecución será defectuosa. Nosotros seguiremos desarrollando nuestros conocimientos y estoy seguro de que de esa forma nos mantendremos en la vanguardia.
Crítica constructiva
También me han preguntado si no me preocupa que nuestro marco reciba muchas críticas. Para ser franco, estoy deseando recibir los comentarios de profesionales y expertos académicos que realmente hayan analizado nuestro enfoque. Espero que a los compañeros de oficio y académicos les parezca interesante, y que además cuestionen lo que hacemos de forma crítica pero constructiva.
Por supuesto, puede que no todos los comentarios sean positivos. Pero esto no quiere decir que no puedan ser de utilidad para nosotros y para el marco que publicamos. Pueden servir para ver nuestro trabajo desde otra óptica o con una perspectiva diferente. Dichos comentarios no harán sino ayudarnos a nosotros y al sector financiero a avanzar hacia estrategias de inversión sostenible aún mejores.
Argumentos incontestables
Para finalizar, los argumentos a favor de publicar la PI de inversión sostenible están claros. Desde la perspectiva macro, los motivos son concluyentes y para nosotros, como propietarios del marco y las puntuaciones ODS, existen claros beneficios derivados de recibir los comentarios de los expertos sobre nuestro trabajo, de ser puestos a prueba y de que nuestro trabajo sea ampliamente utilizado.
Sí, también es probable que recibamos críticas. Consideramos que, en lugar de ser un motivo para cambiar de opinión, esto es precisamente una oportunidad para encontrar ideas nuevas que nos ayuden a innovar. Por tanto, la respuesta a la cuestión “compartir o no compartir” es clara: sí, compartimos.