La inversión sostenible se enfrentó al doble reto de buscar rentabilidad y, al mismo tiempo, fomentar una transición justa. Sin embargo, el verdadero dilema consiste en averiguar cómo incorporar eficazmente las cuestiones de la adaptación al cambio climático al construir las carteras, dado que las opciones de inversión actuales son limitadas. Tenemos muchas soluciones relativas a las energías renovables, pero ¿cómo solucionamos de forma preventiva el problema de los huracanes que azotan Florida?
Mitigación: ¿una oportunidad perdida?
Durante años, la mitigación del cambio climático (por la que el capital se canaliza hacia empresas que tratan de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero) ha sido uno de los principales objetivos de la inversión sostenible. Esto tiene toda la lógica, pues sigue siendo la mejor opción que tenemos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
Sin embargo, muchos consideran que ya hemos perdido ese tren debido a la lentitud de nuestra respuesta y que hemos dejado escapar cualquier oportunidad real de mitigar el cambio climático. La temperatura mundial parece que aumentará por encima de los 2,7 °C, lo cual supera los niveles necesarios para evitar una catástrofe. En muchos de los debates que tuvieron lugar en la NYCW, se reconoció la cruda realidad de que la mitigación por sí sola ya no es suficiente, y que se debe hacer más hincapié en la adaptación y la resiliencia.
Se necesita resiliencia para facilitar la recuperación
Las sequías, las inundaciones, los huracanes y los incendios forestales son ya habituales, y su frecuencia y gravedad seguirán intensificándose. La previsión de que el huracán Helene tocara tierra de forma inminente hacia el final de la semana reforzó aún más la idea de que el cambio climático ya no es un riesgo lejano, sino un peligro claro y presente.
Tendremos que aplicar cambios a nuestros sistemas sociales, económicos y medioambientales para minimizar los efectos adversos del cambio climático, y tomar medidas para que estos sistemas se recuperen rápidamente de las perturbaciones relacionadas con el clima y la meteorología. Tal nivel de desarrollo requiere una innovación considerable y la movilización de capital. Afortunadamente, este panorama también presenta múltiples oportunidades en diversos sectores.
¿Cómo nos adaptamos los inversores sostenibles?
Robeco ha dedicado la mayor parte de la última década a desarrollar marcos formales para evaluar y abordar sistemáticamente los riesgos y oportunidades relacionados con el clima de todas las estrategias de inversión.
Nuestra taxonomía de soluciones climáticas es parte integrante de este proceso e incluye categorías de adaptación y resiliencia. Identificamos empresas que contribuyen a estos objetivos en función de su exposición sectorial a los ingresos. Hoy en día, la gran mayoría de los proveedores de soluciones climáticas se centran en iniciativas de mitigación, como la descarbonización, y menos del 1% de las empresas de nuestro universo de inversión obtienen una puntuación positiva en términos de adaptación y resiliencia.
Huelga decir que reorientar la inversión hacia la adaptación podría limitar nuestras opciones de inversión y entraña el riesgo de desviar recursos de las iniciativas de reducción de emisiones. Adoptamos un enfoque equilibrado para maximizar su repercusión en el clima, ya que ambas estrategias son esenciales y se suelen complementar para luchar contra el cambio climático.
Sin embargo, la escasez pone de manifiesto la necesidad de que las empresas inviertan más capital en soluciones de adaptación, ya que los riesgos climáticos se materializan cada vez más en daños reales. Dentro de la Taxonomía de la UE, la adaptación es el segundo objetivo más completo, por detrás de la mitigación, e incluye abundantes actividades económicas que abarcan la agricultura, la construcción de edificios, la industria manufacturera y las TI.
Este año se han publicado varios marcos con criterios creíbles para definir actividades de adaptación y resiliencia, así como para medir su impacto real en la industria. Esto debería contribuir al aumento de la financiación de estas áreas.
La biodiversidad, una solución natural y polifacética
Otro dilema crítico que nos planteamos los inversores que basamos las decisiones en datos es qué hacer en ausencia de un criterio consensuado para medir los avances en materia de conservación de la biodiversidad. ¿Cómo podemos tomar decisiones de inversión eficaces y con conocimiento de causa cuando no existe ninguna panacea para medir los resultados?
La naturaleza y su alter ego, la biodiversidad, se han abierto paso en la agenda financiera de los últimos años y han dominado muchos debates esta semana, y con razón. Además de promover y proteger procesos vitales para la supervivencia humana, como la producción agrícola, los ecosistemas también son vitales en las áreas de la mitigación y la adaptación. Los bosques, las selvas tropicales y los océanos actúan como sumideros y absorben CO2 de la atmósfera. Mientras tanto, los humedales y los manglares actúan como esponjas naturales que absorben las lluvias torrenciales y evitan inundaciones destructivas.
A pesar de la batería de alianzas que existen, así como de la multitud de siglas nuevas (como TNFD, BII y MSA), los mercados financieros siguen integrando las cuestiones relacionadas con la naturaleza a un ritmo muy lento. Esto puede deberse a la demanda de los participantes de dichos mercados: establecer una métrica común para este ámbito de la naturaleza que sea similar a la huella de carbono, utilizada como punto de partida en el análisis climático.
Aunque los intentos de desarrollar tal métrica son bienintencionados, se corre el riesgo de errar el tiro y de no aprender una lección clave de los procesos recientes de desarrollo de mediciones del cambio climático. Como ya se ha señalado, el mundo sigue calentándose y las emisiones continúan aumentando, a pesar de que el mecanismo de la huella de carbono es cada vez más sofisticado y preciso en términos técnicos.
Evitar la pérdida de biodiversidad con inversión
Hay varias medidas claras que las empresas y los inversores pueden adoptar para hacer frente a la pérdida de biodiversidad. La primera y más importante es detener y revertir la deforestación de bosques, selvas tropicales y manglares. Estos ecosistemas son mecanismos naturales de captura de carbono y constituyen una primera línea de defensa que es esencial para combatir el cambio climático.
En Robeco, recurrimos al engagement para abordar la deforestación de forma activa. Desde 2020, contamos con una política relativa al aceite de palma. En ella se estipula que una proporción cada vez más estricta de las plantaciones de las empresas en las que invertimos deben disponer de la certificación RSPO.
Además, tras una minuciosa investigación y una estrecha colaboración con una importante ONG, estamos terminando de diseñar un sistema de calificación de tipo semáforo para evaluar y asignar puntuaciones a las empresas de las carteras en función de sus resultados en materia de biodiversidad.
Conclusión
Integrar la naturaleza en nuestras estrategias de inversión es primordial para que nuestra sociedad sea más sostenible en el futuro. Si adoptamos medidas que reduzcan las emisiones de carbono y contribuyan a la conservación de la naturaleza, podremos reducir las emisiones de carbono y, al mismo tiempo, aumentar la resiliencia y la adaptación de la economía.
Por nuestra parte, continuaremos recurriendo al engagement para colaborar con el mercado en general y desarrollando marcos internos. Nuestro objetivo es seguir a la vanguardia de la inversión sostenible partiendo de una sólida base científica.